Espacio para la formación en equipos y la divulgación en abierto

El punto de partida era la creación de tres espacios polivalentes que pudieran funcionar a la vez como aulas de formación, como sala para actos y eventos y como laboratorio de I+D para el sector.

En el piso superior, donde se ubican dos aulas contiguas, se ha proyectado el espacio con cristaleras que unen o separan los dos espacios, en función de las necesidades del Museo.

En el piso inferior, se encuentra la tercera la sala, diseñada con el mismo concepto para generar confianza, transparencia y visibilidad del proyecto. Para ello, también ha sido esencial el proyecto de iluminación, sutil pero que a la vez cumple con la gran labor de realzar el producto para que los expertos no pierdan detalle.

Juego de diseños: lo visible versus lo invisible

El gran reto del proyecto consistía en trabajar un espacio versátil y funcional, aunque no solo se ha cumplido con este objetivo. Más allá del briefing inicial del proyecto, la diseñadora ha proyectado un diseño emocional que ha permitido crear un juego de contrastes entre lo que se ve y lo que no se ve.

La gran característica de las cristaleras de las aulas de formación es su posibilidad de esconderse dentro de los armarios que albergan las cocinas, las neveras, los hornos y la zona de aguas.

De este modo, el contraste entre lo visible-invisible es un recurso que se asocia con las necesidades de la actividad del Museo: la transparencia en la investigación versus los secretos que se esconden detrás del placer del chocolate.