Residential
El hogar sin paredes ni puertas que juega con la distribución como estrategia de conexión
¿Por qué levantar paredes y cerrar espacios cuando lo que buscas es conexión?
Y en este contexto, libre y decidido al que llegas por fin, tras darte cuenta de que no, no quieres seguir siguiendo las normas para construir tu casa, llega la gran pregunta: ¿por qué utilizar puertas si has decidido dejar de un lado las paredes?
Estamos tan acostumbrados a vivir siguiendo los mismos patrones, las mismas reglas, que nos olvidamos de escuchar nuestro instinto.
Y no solo para tomar decisiones profesionales, personales o familiares.
Sino también para dar formar a un hogar.
Los retos de la distribución en un hogar son algo más que un plano con medidas y números que sumados encajan y cuadran.
Distribuir un espacio es entender las necesidades de conexión de una persona o una familia con él. Es escuchar, dejar que este instinto fluya y sacar a flote, el subconsciente que siempre busca estar bien.
Podríamos decir que la distribución es una herramienta psicológica, una estrategia que te permite construir un puzle ordenado según tu manera de ser, aunque visto desde fuera, no se parecerá en nada a los puzles que has visto toda la vida.
Es lo que sucede en esta casa: podemos describirla como un hogar con tres habitaciones, una sala de estar, una cocina y un despacho, pero no llegaríamos ni tan solo a definir un 1% de cómo es la distribución y, en consecuencia, como es el alma familiar de esta casa.
La cocina como núcleo neurálgico distribuidor
Partimos de un núcleo neurálgico, la cocina, que nace como un espacio que distribuye en grados simétricos el resto de estancias, como si fuera un abanico que reparte y recoge intimidad y comunicación.
En líneas paralelas y consecutivas, a la izquierda de la cocina, encontramos módulos abiertos que configuran, de un lado, el lavadero y la habitación de los niños, y, por el lado derecho, el home office de esta pareja de arquitectos.
Un núcleo que tiene dos circulaciones, por la parte delantera, orientada hacia el exterior, desde donde se ven las separaciones creadas por un mobiliario que cuenta con doble funcionalidad por ambos lados. Y, por otra parte, con una circulación interior, ya que todos los espacios son accesibles por el otro lado.
Y todo, sin paredes altas y solo con 3 puertas en toda la casa.
Un hogar es permeable a las etapas vitales de cada habitante, por este motivo, una de las pocas habitaciones que tiene puerta semipermanente es la de los niños, para que evolucione con su edad y su necesidad de intimidad.
Volviendo a la cocina como punto de partida, vemos como el espacio se comunica en abierto con el comedor y la sala de estar con chimenea siguiendo el mismo lenguaje.
El diálogo iniciado con el pavimento, acaba formando la tarima que parte del mobiliario de la televisión oculta y crece hasta ser parte del primer peldaño de la escalera que sube hacia la suite. Este rincón, aprovechado como almacenaje, es uno de los refugios favoritos de los pequeños de la familia.
Un hogar con eterna luz de otoño
La luz de esta casa en permanente clima de otoño del norte se ha buscado como un talismán por todas las aperturas. Desde la claraboya de la cocina que se ha diseñado para atraer la luz de la mañana y el mediodía, hasta todos los ventanales de la sala de estar que captan la luz de tarde desde cualquier rincón.
La conexión interior-exterior se ha buscado en cada estancia complementándola con la naturaleza y buscando un árbol para cada instante de conexión: un olivo, un sauce japonés, son algunos de los árboles que entran a formar parte de esta familia.
La suite ubicada en el piso superior se ha trabajado con la misma intención de crear intimidad sin necesidad de utilizar puertas. Así, un gran panel de madera ejerce de silenciador de la suite, por un lado, mientras que, por otro lado, si se necesita, da intimidad al baño de la suite.
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